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Nació en Marruecos, se formó en Francia, vive en Estados Unidos y es ciudadano del mundo. Pero Jean Reno (Casablanca, 1948) reivindica su espíritu mediterráneo. «El olivo es mi padre», asegura este hijo de gaditanos, un astro global del cine que debuta con buen pulso en la novela mientras sueña rodar a las órdenes de Pedro Almodóvar.
'Emma bajo el cielo de Omán' (Planeta), la ópera prima de Reno, es una historia de amor, espionaje e intrigas que transcurre entre la húmeda Bretaña francesa y el misterioso sultanato, con la culpa como telón de fondo. En plena pandemia del covid, el «pánico a la nada» ante el parón del cine impulsó a escribir a Reno, un lector «compulsivo» y «rendido admirador» de Víctor Hugo.
Para su sorpresa y gran algarabía de sus editores ha vendido 40.000 copias en Francia de una novela resuelta con un lacónico y eficaz estilo narrativo. Le han comprado ya los derechos para una teleserie de ocho capítulos y para su publicación una veintena de países.
«Cuenta como el amor cambia la vida de las personas, como me la cambió a mí, y a la protagonista», explica. Emma es una joven masajista «rubia, bellísima e imposible de olvidar», que arrastra la culpa por la muerte de su madre en una accidente de tráfico que ella provocó. El deseo le conducirá a un mundo de espías, misterios e inmensas fortunas. «Me interesa mucho entrar en la mente de una mujer y nada en la de un hombre; menos aún si e joven», dice sarcástico el actor/autor que prepara ya un segunda novela «con un protagonista morena».
Hijo predilecto de Andalucía, su apellido paterno real es Moreno y el materno Herrera. Vive en Estados Unidos pero su alma sigue apegada al Meditérreano. «A la Andalucía de mis padres y la Francia meridional donde cuido de algunos olivos». «El olivo es mi padre» asegura jocoso y orgulloso este hijo de un linotipista de Sanlúcar de Barrameda y de madre jerezana, que murió cuando él era adolescente, como la de su protagonista.
Habitante de un país hostil con la inmigración y que expulsa a miles de hispanos a diario, Reno se siente a salvo «gracias a que mis hijos son estadounidenses». Cree que el «suflé Maga» se desinfla algo y que «la gente empieza a darse cuenta de lo que Trump significa». «No me reuniría con él ni para decirle qué está haciendo mal. ¿Quién es ese actorucho? se peguntaría con desprecio», ironiza.
No espera nada de unos políticos «que nunca piensan que lo hacen mal sean del signo que sean». «El mundo va hacia atrás en lugar de avanzar: la derecha crece exponencialmente en Europa y en América y nadie hace autocrítica en una izquierda mentirosa», lamenta. «Es una locura que no seamos capaces de parar la guerra en Palestina y Ucrania», denuncia.
Tampoco espera nada de unos jóvenes «atrapados en las pantallas y parecen no enterarse de nada, como mis hijos». «Consumen música e imágenes sin descanso, pero no se cuestionan nada; no saben quién hace qué cosa ni de dónde viene el talento. Van a perder la capacidad de escribir y eso es terrible», se duele este mago del drama y la comedia, habitual en la películas de Luc Besson y galardonado en el año 2000 con el Premio del Cine Europeo.
Tiene pendiente una gira teatral por Japón y no se volverá a poner ante la cámaras hasta 2026. Pero sueña con una llamada de Pedro Almodóvar. «Adoraría trabajar con él. Tiene un talento inmenso. Es un artistazo», elogia al director manchego. Una admiración que hace extensiva a Javier Bardem, «otro talento descomunal» con quien sí ha trabajado en 'Diré tu nombre' ('The Last Face'), película dirigida por Sean Penn y protagonizada por Charlize Theron que fue abucheada en Cannes. En España ha trabajao en la comedi '4 latas' (2019) y en la serie 'Un asunto privado' (2022).
Reno llegó a París con 17 años para estudiar en la escuela de arte dramático Comenzó en el teatro y en la tele antes de lograr papeles icónicos en películas como 'El gran azul' (1988), 'Nikita' (1990) o 'Léon, el profesional' (1994), donde encarnó a un asesino a sueldo en Nueva York, un papel que le lanzó al estrellato y le abrió las puertas de Hollywood donde rodó 'Misión imposible' (1996), 'Godzilla' (1998) 'La panrera Rosa' (2006) o 'El código Da Vinci' (2006).
«Mi padre era un obrero muy poco comunicativo. Su corazón no se abría con facilidad. Era romántico pero no iba mucho al cine, y cuando empecé en el teatro nunca me alentó. Era un ser del siglo XIX. Creo que no lo hubiera gustado la novela pero que si le habría gustado físicamente ver el libro impreso», dice con un deje de emoción el hijo del linotipista.
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