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La Policía Nacional ha desarticulado a un grupo criminal itinerante especializado en la comisión de robos con violencia y hurtos amorosos. Los detenidos cometían este tipo de delitos sobre personas de avanzada edad aprovechándose de distracciones, abrazos u ofrecimientos sexuales para sustraerles las joyas o relojes que portaban.
Con estas detenciones se ha conseguido esclarecer cuatro hechos delictivos ocurridos en la localidad alicantina de Monóvar, y en El Algar y Los Alcázares (estas dos últimas en Murcia), lugares donde los detenidos cometieron los hechos utilizando el mismo modus operandi del hurto «amoroso».
En total, fueron cuatro las personas detenidas, dos hombres y dos mujeres, de nacionalidad rumana, de entre 28 y 31 años de edad, todos ellos con multitud de antecedentes por hechos similares, los cuales fueron puestos a disposición de los Juzgados de Instrucción de Orihuela y Murcia, decretándose el ingreso en prisión para dos de los detenidos, siendo uno de ellos el cabecilla de la trama y una de las mujeres detenidas, ambos habían sido dos de los autores del robo que dio origen a la investigación.
En el caso de la localidad de Monóvar, se cometieron dos hechos delictivos. En el primero de ellos, la víctima de 83 años, fue abordada por una mujer que tras abrazarle le intentó sustraer una cadena de oro que portaba en el cuello, no consiguiéndolo ya que al percatarse de la sustracción, la víctima comenzó a gritar y la autora huyó rápidamente del lugar. El segundo hecho fue de la misma similitud, la víctima, también de 83 años, fue igualmente abordada por una mujer que tras abrazarle consiguió sustraerle un collar de oro con una medalla.
Las primeras pesquisas se iniciaron el pasado mes de enero, cuando los agentes tuvieron conocimiento de un robo con violencia en el que los autores habían empleado la técnica del «abrazo amoroso» para sustraer un reloj de alta gama a un varón de avanzada edad.
En su denuncia la víctima narró a los agentes que mientras se disponía a entrar al garaje de su vivienda se le acercó una mujer joven hasta la ventanilla de su vehículo y le propuso mantener relaciones sexuales. El varón al no conocer de nada a esta mujer y no entender su comportamiento comenzó a alterarse y acto seguido aparecieron dos personas más, un hombre y otra mujer, que tras agarrarle de la muñeca comenzaron a forcejear con él hasta conseguir arrebatarle el reloj que portaba.
Tras la sustracción, las tres personas emprendieron la huida a bordo de un vehículo, siendo perseguidos por la víctima por diversas calles hasta que finalmente los perdió de vista.
Gracias a la investigación policial los agentes pudieron relacionar a los autores con otros hechos delictivos cometidos en distintos puntos del territorio nacional, tratándose de un clan familiar perfectamente organizado, con una gran movilidad geográfica y reparto de funciones, cuya especialidad delictiva se basaba en la comisión de los conocidos como hurtos «amorosos», donde abordaban a personas de avanzada edad con ofrecimientos sexuales o simulando conocerlos y darles abrazos para ver qué objetos de valor portaban encima y sustraérselos.
Los objetos que buscaban sustraer siempre eran joyas, tanto cadenas de oro con sus colgantes, como relojes de alta gama y de gran valor actuando en pareja, siendo las mujeres las que bajaban de los vehículos para cometer los hechos delictivos en primera persona mientras los hombres permanecían a la espera en el interior de los vehículos para facilitar una huída rápida tras la comisión del robo o incluso colaboraban en caso de que la víctima se percatara de la sustracción, no dudando en utilizar la violencia sobre ellos con el fin de apoderarse de los objetos de valor.
Avanzada la investigación, los agentes averiguaron que los integrantes del clan familiar alquilaban viviendas alejadas del casco urbano para pasar desapercibidos, desde las cuales se desplazaban a localidades cercanas para buscar potenciales víctimas, siempre personas de avanzada edad, realizando las reservas de los alojamientos a nombre de otras personas que no tenían antecedentes policiales para así no ser detectados por la policía.
En cuanto a los desplazamientos, los realizaban en vehículos que adquirían utilizando documentación de terceras personas que no tenían relación alguna con ellos, incluso nombres de personas ya fallecidas, cambiando de vehículo con gran frecuencia para así dificultar la labor policial.
Sobre los efectos sustraídos, se trataban de joyas y relojes de gran valor, que tras sustraerlas, otros miembros de la organización las vendían a receptadores con los que tenían contacto, para así no ser detectadas en el mercado legal.
Analizadas todas las gestiones tendentes al esclarecimiento de los hechos, los investigadores localizaron uno de los vehículos utilizados para cometer los ilícitos y tras realizar diversas vigilancias y seguimientos se consiguió primeramente identificar a dos de los miembros del clan familiar que fueron detenidos cerca de la localidad alicantina de Pilar de la Horadada.
Estas primeras detenciones llevaron a los agentes hasta la pedanía murciana de Aljucer, donde los miembros del clan tenían alquilada una vivienda que era utilizada habitualmente por ellos para alojarse y desde donde se desplazaban a localidades de la zona en busca de posibles víctimas.
En torno a dicho domicilio, los agentes establecieron un dispositivo con el que se obtuvo la detención de otras dos personas más, hombre y mujer, miembros del mismo entramado criminal. Tras las detenciones, se realizó un registro en el domicilio donde se intervinieron diversas joyas, teléfonos móviles de alta gama y dinero en efectivo.
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