Ser Bellea del Foc

Las candidatas a Bellea del Foc han aparcado su rutina para convertirse en princesas de cuento. Las niñas han tenido que compaginar sus estudios con los ensayos y las adultas con las visitas a la peluquería y a las sesiones de maquillaje. Las agujas de los talleres de costura han funcionado a pleno rendimiento para vestirlas acorde al protocolo que se ha creado a su alrededor. Y con sus mejores galas, cambiaron la carroza por coches de alta gama, cedidos por algún patrocinador, camino de un campo de fútbol ya que, al parecer, los palacios no estaban disponibles.

Cumplido el primer requisito, se repetía el ciclo en la plaza de toros con más emoción, con más nervios y con más compañerismo. Los aplausos de miles de personas y los carteles luminosos pusieron la magia, fueron la mejor vitamina para sus caras de felicidad surcadas por alguna lágrima, mientras saludaban a sus comisiones convertidas en sus fans incondicionales.

De entre todas ellas solo se iban a escuchar dos nombres. Todas lo saben, pero su ilusión es tan grande que piensan que será el suyo. La noche del viernes fue Valentina Tárraga Quesada de Rabassa, y la del sábado, Adriana Vico Melgar de Diputació-Renfe.

Ser Bellea del Foc es un privilegio al alcance de una sola niña y una mujer cada año. La probabilidad es pequeña, pero eso a las candidatas no les importa y viven la experiencia olvidando la dificultad. Son generosas al participar en un proceso con un resultado incierto para ellas, pero siempre es igual y siempre hay niñas y mujeres que mantienen una tradición que se repite desde hace 93 años.

Valentina y Adriana pronto recibirán una banda única e irrepetible tejidas con cientos de hilos. Cada uno llevará las ilusiones de sus compañeras y con la suma de todos, el mejor homenaje a la Bellea del Foc.

Desde esta columna de opinión mis mejores deseos para las elegidas, y mi humilde reconocimiento a todas las candidatas por ser niñas y mujeres valientes, ilusionadas y respetuosas con una tradición que se repite año tras año.

Y como en todos los cuentos, cuando se acaba, cada persona decide si les ha gustado o no. Vosotras no dejéis que ningún final os haga olvidar todo lo vivido.

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